

“…Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo no es de él” (Romanos 8:9)
Quizás en este artículo no se aborde todo lo que implica recibir el Espíritu Santo, pero mencionaré algunos puntos a considerar a cerca de la importancia del Espíritu Santo para nuestra salvación.
Al final encontrará un vínculo para leer titulado: ¿Cómo saber si he recibido el Espíritu Santo?, pero iniciemos con el tema de este artículo.
ES NECESARIO NACER DE NUEVO
Jesús le dijo a Nicodemo “…que el que no naciere de agua Y DEL ESPÍRITU, NO PUEDE ENTRAR en el reino de Dios” (Juan 3:5). El versículo 6 habla de la diferencia entre nacer de la carne “y lo que es NACIDO DEL ESPÍRITU”, y el verso 8 nuevamente repite: “… Todo aquel que es NACIDO DEL ESPÍRITU…”; es decir, que repitió tres veces lo mismo y, sin duda alguna, nosotros como creyente debemos experimentar ese nacer del Espíritu. Nacemos en el espíritu y somos adoptados como hijos de Dios al recibir el Espíritu Santo “…por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15).
El nuevo nacimiento está completo solamente cuando se recibe el Espíritu Santo, es decir, que el bautismo en agua por inmersión en el nombre de Jesucristo (NACER DE AGUA) es una parte importante para ser salvo, pero se necesita recibir el Espíritu Santo para ENTRAR EN EL REINO DE DIOS. De igual forma, podemos recibir el Espíritu Santo, pero necesitamos el bautismo en el nombre de Jesús. Esto es nacer de nuevo.
EL ESPÍRITU SANTO NOS HACE PARTE DEL CUERPO DE CRISTO
Jesucristo dijo: “…Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:5), lo cual se cumplió en Hechos 2:4 cuando “… fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas…”. Ser lleno se refiere a ser bautizado, tal como Jesús lo había declarado anteriormente. El apóstol Pedro lo llamó don del Espíritu Santo, al hablar del mismo acontecimiento en Hechos 2:38 al decir: “…y recibiréis el don del Espíritu Santo”. De igual forma, el apóstol Pedro, después de expresar que se derramó el “…don del Espíritu Santo” (Hechos 10:45), dijo: “… Estos que han RECIBIDO EL ESPÍRITU SANTO…” (Hechos 10:47), dándonos a entender que es lo mismo bautismo del Espíritu Santo, llenura del Espíritu Santo y recibir el Espíritu Santo.
Lo antes expuesto es importante, porque el apóstol Pablo en 1 Corintios 12:13 dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo…”, refiriéndose al cuerpo de Cristo, al cual pasamos a ser parte por medio del bautismo del Espíritu Santo. Sin pentecostés no hay iglesia, pero que bueno que se derramó el Espíritu Santo bautizándonos para pertenecer al Cuerpo de Cristo.
SOMOS SELLADOS PARA EL DÍA DE LA REDENCIÓN
Efesios 4:30 dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual FUISTEIS SELLADOS PARA EL DÍA DE LA REDENCIÓN”, en otras palabras, el Espíritu Santo, es el sello que nos brinda la seguridad de que Dios nos dará nuestra herencia hasta el día de la redención.
En Romanos 8:23, Pablo habla de “…la redención de nuestro cuerpo”, refiriéndose al día en que Cristo venga por su iglesia. En el versículo 11 lo dice en forma más clara: “Y SI EL ESPÍRITU de aquel que levantó de los muertos a Jesús MORA EN VOSOTROS, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús VIVIFICARÁ VUESTROS CUERPOSmortales POR SU ESPÍRITU que MORA EN VOSOTROS”. Es el Espíritu Santo el que transformará este cuerpo mortal cuando Jesús venga por su iglesia.
“…No todos dormiremos, pero todos seremos transformados…en un momento, en un abrir y cerrar de ojos… los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad” (1Corintios 15:51-53). Los versículos anteriores nos enseñan que seremos transformados, pero es necesario recibir el Espíritu Santo porque “…SI ALGUNO NO TIENE EL ESPÍRITU DE CRISTO, NO ES DE ÉL”.